Hoy soñé que me había emborrachado y caminaba dando tumbos por una casa colorida. Afuera de la casa estaba un corredor en donde veía a mi padre sentado del lado derecho, lo evitaba y seguía mi camino. Veía un campo verde, muy bello. Tan lleno de luz, de sol. Había personas sentadas en el pasto de color verde intenso, alfombra de pasto. Veían una especie de show o teatro. Yo decidía quedarme sentada a un lado, a la izquierda, en un pasto con arbustos. Prefería estar sola y quedarme con mis pensamientos. Me recostaba, doblaba mis piernas y me ponía un sombrero en la cara para que nadie me molestara. Veía pasar a una amiga y también sentía a los mosquitos picándome, me daba miedo que me diera dengue jaja.
Al despertar lo único que pensaba era que no debía evitar mis emociones
porque son pistas para seguirme conociendo. Una guía para saber qué me molesta,
qué me mortifica, escucharme. Ay no, siento que es complicado, pues tantos años
aprendiendo a callar.
Recuerdo también que le decía a mi amiga algo como: pues si no me preguntan,
cómo voy a compartir lo que soy. Era una especie de reproche por no preguntarme
cómo estaba o qué sentía. En mi sueño, reprochaba que no me hicieran
preguntas para querer conocerme. Esto me da algunas claves, el sentirme oculta
o tener que ocultarme, pero ¿de quién?
Por otro lado, no es su obligación tener que preguntarme o hacerlo a mi
modo. Ahí noto mi incapacidad para expresarme, para compartirme. Pero de ¿dónde?
¿porqué? Recuerdo que cuando estaba en el kínder, algunas veces mi mamá me
dejaba con la mamá de Isaac, un niño de mi edad del que luego me enamoré
fugazmente. Creo que lo hice porque fue el primero con el que compartí algo que
era muy mío. No recuerdo bien, qué era. Solo sé que le contaba un tip o una
técnica que yo hacía para algo, no sé si era tipo: piensa en esto y luego
desaparece tal cosa (emoción) o a lo mejor algo más creepy de niña. Solo sé que
después de haberle contado eso, me miró de forma extraña. Esa sensación de
haber compartido algo que realmente sentía y pensaba y haber recibido de
respuesta una extrañeza, no me lo esperaba y no se sintió nada bien.
¿Porqué nos enseñan a ocultar las emociones, a dominarlas, a controlarlas? La
conquista del dominio masculino comienza ahí, con el control de las emociones y
su encierro. Creo que son como los mensajes de whats app que una no quiere leer
y archiva, pero eso no cambia que ahí están, esperando ser leídos. Así las
emociones nos dan la notificación de que algo está sucediendo internamente. Es la
llamada de atención para no olvidarse de sí misma. Sí, pero eso no importa, las
sacrificamos, las pisoteamos y seguimos avanzando, dominando para que el show
continúe. La tragicomedia se llama tiempo de vida. Se supone que hay un momento
en el que una se da cuenta de todo esto o esa es la intención con las terapias
alternativas y la espiritualidad, ir hacia adentro que finalmente, todo está
conectado con el inconsciente colectivo.
En fin, que este camino es bastante largo pero no deja de ser harto
interesante.
El poder de las preguntas
El psicoanálisis y la psicología tienen mucho que decirnos sobre esto.
Yo solo quiero abonar, desde mi experiencia personal, que el potencial de la
pregunta es el descubrimiento, el alumbramiento y la claridad sobre algo que no
habíamos visto antes.