miércoles, 27 de enero de 2016

Amor feminista



Nacemos deseadas o indeseadas, nacemos con amor o sin amor, crecemos deseando amor o dando amor y no siempre siendo correspondido.

El amor nos atraviesa y es importante experimentarlo, darlo y recibirlo. Sin embargo nuestro chip debe cambiar y conocer otras formas o crear nuevas maneras de amar. Amar que no sea heteropatriarcal, que no sea sufriendo, que no sea violento. Se trata de amar en la intensidad de la vida, amar desde las entrañas y amar porque vivimos, existimos, nos movemos y accionamos para cambiar este mundo.

Al día de hoy me pregunto si he podido experimentar el amor, me da miedo responderme porque mis formas de dar amor no son como las que pintan en la tele, en el cine o en las canciones. Me he descubierto queriéndome amar a mí misma antes que a otras personas y ésto me hace sentir profundamente egoísta. ¿Qué clase de persona quiere amarse antes a sí misma que amar a las demás?
Pues esa es mi búsqueda y mi apuesta, encontrar mi amor propio para que de esa fuente energética me nutra y nutra al mundo. Creo que si no me amo antes a mí, no podré amar otra cosa verdaderamente en esta vida.

Por eso el amor propio se convierte en feminista porque a las mujeres se nos ha negado amarnos a nosotras mismas antes que a las demás personas. El ámbito privado sigue siendo nuestro mayor reto a transformar. El amor feminista es autónomo porque nace y crece en mí, en ti, en nosotras y cuando somos capaces de amarnos en nuestra individualidad, somos capaces de experimentar ese amor en otras esferas de la vida.

Amarse a sí misma se convierte en un acto político porque reconocemos que nadie nos dará amor, ni tenemos porqué mendigarlo. El amor se crea porque somos capaces de experimentarlo.
Como portadora de ese poder de crear y experimentar amor, hoy decido amarme a mí misma antes que a otras personas.

El amor no me ha sido negado porque yo creo y está en mí hacer florecer ese amor. Por tanto, el amor que hoy decido que me invada y me inunde, es el amor feminista.