viernes, 30 de septiembre de 2016

Cliché de vida ideal


He dejado pasar mucho tiempo sin escribir una entrada en mi blog, pero hoy amanecí inspirada y para eso he creado un cuento que está basado en la mañana que tuve hoy. Es probable que no quede muy claro el cuento sin embargo si hubiera dudas estoy atenta de algún comentario para remediar esas fallas de entendimiento...

Para mi pokemón que sin querer e indirectamente me ayuda a entenderme:


Llegó por la mañana a su casa, despeinada, con su mochila que le asemejaba a un caparazón de tortuga, sin bañar, con hambre y con lagañas. Le dio gusto ver el piso limpio, las flores sobre su mesa y que su ropa estaba doblada, fuera de eso, el desorden de su casa le disgustaba. Se sentó en la silla, puso su mochila en la mesa y con flojera decidió qué haría. 

-Concéntrate Julieta, concéntrate. Se decía así misma.

Y entonces decidió poner el agua para bañarse y para tomar un té. Partió papaya y lavó algunos trastes. Se sentía cansada porque el día anterior había estado fuera de la ciudad por motivos de trabajo. Entonces se le vino a la mente las señoras que conoció en su viaje, mujeres que tenían hijas e hijos con síndrome de down o que eran epilépticos. Ellas le habían comentado que se sentían realmente muy cansadas pero que no podían permitirse el lujo de hacerlo porque incluso su descanso les provocaba la culpa.

-Carajo, eso sí que es cansancio. No es posible que no descansen aquellas mujeres, algo se debe de hacer.

El agua de su té hirvió y entonces se sentó Julieta a beberse su té de limón. Su mamá le había dicho que ese té sin azúcar era bueno para su salud. Se congratuló de que ya llevara cinco días haciéndolo y esperaba  hacerlo trece días más para que se le convirtiera en hábito tal y como había leído en posts de internet.
Su mente comenzó a divagar y escogió pensar en las cuentas que tenía que pagar, agarró su monedero y comenzó a contar el poco dinero que tenía, se lamentó porque otra vez no le alcanzaría. ¿Por qué nunca le alcanzaba? al parecer tenía que volver a releer y ahora sí, poner en acción los consejos del "Pequeño cerdo capitalista" sobre finanzas personales para hippies, yuppies y bohemios.

-bueno es que esta vez tuve mucho que pagar, viajé dos veces fuera de la ciudad y eso me generó más gastos. Ooooh y también me compré aquella cosa que aún no uso... ummm a lo mejor si agarro lo que destiné para...

El celular empezó a sonar interrumpiendo así sus pensamientos financieros, era su novio que le deseaba un buen día.

-Corazón, sólo quería oírte y desearte un buen día.- Dijo él.

Julieta sólo pensaba en los gastos y pendientes. Se sintió mal de no estar al cien para él, aunque cómo podía estar al cien si ella misma no lo estaba. Estaba cansada, con lagañas, con hambre y angustiada de no administrar bien sus ingresos. Trató de disimular su angustia y enojo hacia ella misma, aunque su novio lo notó y en tono amable le dijo que sonriera porque afuera había un lindo sol.
Ella se sintió terrible porque también deseaba sonreír en aquél día, no sólo ese día, todos los días de su vida. Los días con sol eran los días que más le gustaban porque los colores de las flores tenían mayor intensidad.

-En verdad que es un lindo día.- Dijo ella

Se sintió un poco incomprendida, su novio sólo le decía que la notaba rara y le hacía un exhorto a sonreír porque el día amanecía lindo, sin embargo no le preguntaba el porqué  de aquél tono "raro".
Ella sólo se justificó diciendo que no tenía nada que tuviera que ver con la relación y que trataría de sonreír en ese día. Colgaron.

El agua que había puesto para bañarse comenzó a hervir y corrió a apagar la estufa. Rápida pero desganada se bañó y cuando salió, sentía un malestar tras la llamada aunado a que le ganaba la flojera por tener que vestirse en aquél día soleado. Como pudo agarró unos jeans y una playera. Se comenzó a maquillar y cuando se miró al espejo se dijo que quería ser exitosa a los 30 años.

-¿Pero qué significa para mí ser exitosa?- se preguntó-, es ser como aquella mujer tallerista que conocí hace unos meses, segura de sí misma, atractiva e inteligente.

Sintió de nuevo una angustia.
-¡Oooooh pero si sólo me quedan cinco años para llegar a los 30! En ese tiempo pretendo terminar mi maestría y para ingresar a una debo ponerme al corriente con los idiomas, con lecturas y publicaciones.-

Cómo en cinco años podría cumplir su sueño de ser una mujer exitosa recién salida de una maestría en el extranjero si sus propósitos del año en curso no los había podido cumplir aún.  

Y así pintándose los ojos, se dio cuenta que había fallado en sus prioridades y que de nueva cuenta se escudaba en su frase favorita: "es que no tengo tiempo".
Nunca lo tendría si seguía pensando en el desorden de su casa que le disgustaba, en su salita bella, en su librero que aún no le habían traído pero que le urgía tener para ordenar sus copias y apuntes, en las cuentas que tenía que pagar. Se sintió boba por no construir sus sueños y vivir hasta que no tuviera el estado de cosas antes mencionadas.
Como si de una escena se tratara, inconscientemente se veía en la fantasía de ella en su sala con tapiz bonito, escribiendo en su lap top y tomando apuntes sobre su mesita de palets nice que combinaría con su pared blanca y su librero. Todo adornado con plantas en frascos con agua y en su mano una taza de té chai.
Qué cosa más absurda, esperar a trabajar en sus investigaciones, curiosidades e ideas hasta estar como en su fantasía de vida ideal. Mientras en otros lugares mamás requieren de apoyo para disponer de tiempo libre y hacer con él, lo que ellas quieran.
Como rayo pensó que la "clase" es un elemento diferenciador entre las mujeres, lo peor que agrava las desigualdades entre ellas. Ya que por su condición y posición de clase tenía la experiencia de un cierto tipo de opresión reflejado en su fantasía de vida perfecta, mientras que aquellas por su situación y posición de clase, se enfrentaban a otros tipos de opresión no experimentados por Julieta.
Aquella mañana le fue reveladora, era presa de los clichés de vida "ideal"sin darse cuenta que éstos la alejaban de sus verdaderos objetivos.
Observó que sus frustraciones provenían de no poder completar sus tareas tras la mudanza que había tenido hace un mes y las exigencias de ser una superwoman cuya imagen la llenaba de aliento pero que era incompatible con lo que realmente quería: ser libre y dedicarse a leer y escribir.
Se terminó de arreglar, agarró las llaves de su casa y rápidamente comenzó a caminar con rumbo a su trabajo, en verdad que era un día lindo, aunque no le dieron ganas de sonreír. Entonces caminó tranquila, con su mochila ahora ligera, bañada, peinada y fresca... sólo se dijo:

-No quiero vivir como una súper mujer. Elijo vivir tu autenticidad, Julieta. 

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